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Calles.

sábado, diciembre 10, 2005
Eran ya las 5 y supuse que debía hacer hora, pues las pandillas de travestis amenazaban con quitarme el poco coraje que llevaba encima. Mi profundo estado de ebriedad tampoco ayudaba y sentí que lo más lúcido era escabullirme entre calles. Arrancar.
Entre callejones, terrenos, cerros y avenidas corrí, intentado escapar de aquella angustia esquizofrénica que poco a poco parecía esfumarse a medida que el Sol comenzaba a entregar los primeros guiños de luz.

Un flash.
Sentí que el peligro había cesado, que nunca estuvo.
Sentí que fui un cobarde en mi necesidad de proyectar mi angustia empapada de alcohol. La razón nunca estuvo fuera de mi, al contrario, era yo.

Inexplicablemente una manada de retrasados mentales vestidos en trajes y gorra de baño me rodeaban con sus bicicletas. El polvo que levantaban y su cara de felicidad hacían de este, el peor comienzo de resaca de toda la historia.

Eran todos discapacitados mentales.
Rostros deformados por ese cromosoma extra.
Barrigas al aire.. ¡y no sentían frío!

Ahora que recuerdo, los menores andaban en triciclo.
Y habían discapacitados. Sin piernas, ni brazos.
Y también andaban en bicicleta.

¿Era yo uno más?
¿Era mi percepción alterada la que me hacía alucinar?

Negativo.
Negativo.


Un flash.
Aparezco en un estadio con los retrasados mentales.
Era más bien una galería con una cancha y árboles donde debería estar la galería del frente.
Descocertado pero seguro. Sin miedo.
En breve se me acerca una pareja de unos 16 años, en algo que parecía ser una silla de ruedas.

Él llevaba pelo corto, castaño claro y lentes. Como Harry Potter, pero más corto y claro el pelo. Le faltaba una pierna.

Ella debe haber sido su hermana, pues tenía las mismas caracteristicas: Pelo castaño claro (ella más claro que él), lentes, facciones finas, piel clara y le faltaba el brazo derecho.

Me preguntaron si me agradaba el lugar.
Este es nuestro mundo, me dijeron.
Acá podemos ser libres, desempeñarnos fuera de la sociedad.
Podemos amarnos de la forma más libre que hay.

Pero ni él ni ella hablaban con dificultades. Ni parecian tener retraso mental.
Eran los únicos que evidenciaban onrmalidad en su desarrollo intelectual y se los hice saber.

Me contestaron que algunos gozaban de un cuerpo completo.
Otros de mentes completas.

Y otros, cuyas mentes estaban tan destrozadas que no compesaba nisiquiera su apariencia física. Y que esos eran un millón de veces más inválidos, retrasados y descapacitados que cualquiera de ellos.

Me pareció sensato.

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I'm Javier Ubilla From Quilpué, Chile Estudiante de Psicología, pero en verdad un poco de todo.
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